La costa Cantábrica, un ecosistema que presenta una orografía totalmente irregular, con playas lisas y de arena fina o acantilados de cientos de metros, que en su mayoría aíslan pequeñas calas influenciadas por las fuertes mareas. Mareas que dan lugar a que exista la rasa intermareal, ese lugar donde viven animales con dos vidas muy bien diferenciadas, sobre el agua del mar o bajo ella, las anemonas son un ejemplo claro, al igual que otros muchos micro crustáceos, que a la vez son fuente de alimento indispensable para las aves limícolas, que eligen nuestras costas para descansar y alimentarse durante sus largos viajes migratorios.

En el mar siempre habrá un pez más grande y como regla principal de la naturaleza la cadena trófica es el eslabón que permite que exista un equilibrio y es por ello que los acantilados, con el aspecto de un enorme costillar rocoso son el hogar de las aves rapaces como los halcones peregrinos o los cernícalos, que esperan ansiosos la llegada de estas aves migratorios. Un costillar que no es otra cosa que el mayor libro geológico de la historia, el libro que cuenta la historia de la creación de los macizos montañosos más altos, el flysch. Un libro encuadernado por el brezal cantábrico, otro ecosistema olvidado y que da cobijo a las especies ms pequeñas, paseriformes, reptiles anfibios e insectos, es por ello que la costa Cantábrica es vida y por ello debemos cuidarla y mantenerla lo más limpia posible, que no solo sea un área de recreo para turistas y bañistas.